martes, 3 de octubre de 2017




Y entonces ¿cuán mujer

la que levanta sus dos manos al cielo y no sabe?

¿Cuánta mujer enhebra

la ventana y el tacto de cada amanecer que brota solo,

enhebra sola

tras la ventana oculta como un ojo vaciado?

¿Qué mujer no conoce el rosario de noches atesorando un fuego que se extingue,

soplándose los dedos como canicas muertas,

como huesos de taba que arrojar / adivinar su enigma?

El mundo es mundo es millones de racimos desiertos,

de racimos terribles que vierten vino agrio.

¿Qué mujer no conoce el lenguaje que embriaga la escritura,

la matriz del sarmiento calentando las vísceras

/dolor/

ave que entona su frenesí de trinos?

Y entonces
¿quién nos cerró la boca, el paladar diáfano donde todo nacía

e hizo corteza,

e hizo pan duro el verbo

que ya no canta, no,

que ya no canta?

 


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